lunes, 17 de marzo de 2008

Entre universitarios se masifica píldora que promete 40 horas sin dormir

Cuando hace 10 años, la FDA, organismo norteamericano que autoriza la venta de fármacos, aprobó una pastilla llamada Provigil, cuyo principal compuesto es el modafinilo, el Ejército norteamericano de inmediato ordenó realizar pruebas entre los pilotos que realizaban largas misiones. La razón: el fármaco promete hasta 40 horas de vigilia, sin alterar las funciones cognitivas y -contrario a las anfetaminas- no producir adicción. La misma causa lo ha llevado a las universidades de todo el mundo y recientemente a las chilenas.
El consumo de modafinilo se da con más fuerza en el período de exámenes, entre junio y noviembre. "Estaba llena de pruebas. Me tomé dos pastillas, una en la mañana y la otra 12 horas después. No dormí y pasé "en banda" hasta la prueba. Recuerdo que leía la materia y me quedaba grabada, es increíble cómo te aumenta la concentración", dice Romina, egresada de Enfermería.
Como ella, son cada vez más los universitarios chilenos que la están consumiendo, agobiados por la carga académica. Un fenómeno que mantiene en alerta a los planteles. "De a poco nos dimos cuenta que los alumnos estaban tomando modafinilo, y aunque no hemos registrado abuso, mantenemos el monitoreo, porque este fármaco llegó para quedarse", dice Lorena Contreras, del programa de Prevención de Drogas de la UC.
No hay cifras respecto del consumo de modafinilo entre los universitarios, pero según la última encuesta del Conace, un 11% de los estudiantes de educación superior consume algún psicofármaco, más del doble del promedio de la población. El acceso es simple: las farmacias no siempre exigen receta médica. Pero muchos jóvenes, creyendo que su venta es restringida como la de otros psicotrópicos, llegan a pagar hasta 15 mil pesos por dos pastillas, que consiguen con amigos o dealers.
¿PASTILLAS PARA EL CEREBRO?
Pensado para tratar la narcolepsia, rápidamente el modafilino fue adquiriendo nuevos usos. Porque no sólo no es adictivo, sino que se asocia a la creencia de que mejora las condiciones cognitivas. De allí que se le conozca como "pastilla para el cerebro" y sea popular entre estudiantes e incluso académicos (ver recuadro).
La pastilla llegó al país hace cuatro años y no pasó mucho tiempo para que se convirtiera en un aliado importante de estudiantes de carreras con alta carga académica y extenuantes jornadas de internado, como Medicina y Enfermería. "Es común en el internado. Yo lo he tomado muchas veces, pero siempre en dosis de 12 horas, para aguantar una noche o un día laboral", dice Claudia, alumna de quinto año de Medicina.
De ahí a extenderse a otras carreras exigentes, como Derecho e Ingeniería, hubo sólo un paso. "Fue una pastilla milagrosa, me dejaba despierto y agarré una concentración que nunca había tenido", dice Juan Pablo, un ex estudiante de Derecho en un foro de universitarios por internet.
Sin embargo, los expertos coinciden en que no se puede concluir que la pastilla mejora las capacidades cognitivas y que no se conocen todos los efectos secundarios. "Los estudiantes deben tener claro que este es un medicamento para personas enfermas, y su uso en cuerpos sanos, sobre todo en exceso, deriva en una hipertensión que produce una sensación de malestar general, lo que puede afectar el rendimiento", dice Osvaldo Olivares, neurólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.
Algo de eso sintió Claudia, estudiante de tercer año de Enfermería. "Me tomé dos pastillas. Me sentí muy mal, tuve dolor de cabeza, fotofobia, sed, la boca seca".
Por eso es que varias universidades están tomando cartas en el asunto. En la U. de Chile existe un programa de atención siquiátrica y orientación, que ayuda a los estudiantes a superar la dependencia de pastillas. En la Andrés Bello, en tanto, se enseña a sus estudiantes métodos de organización del tiempo, mediante talleres que se imparten a principios de año, para que los jóvenes no dejen todo para última hora.
Fuente: La tercera.cl 16/03/2008

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