viernes, 21 de noviembre de 2008

Como nos ven en el exterior: Las farmacias en Chile, un negocio de descuento en el centro y el vacío en la periferia (México)

Santiago de Chile, 20 nov (EFE).- Tres grandes cadenas de farmacias se reparten el negocio de los medicamentos en Chile gracias a atractivos descuentos y a centenares de locales que llenan el centro de las ciudades, mientras que la periferia más pobre carece de remedios para sus males.



La concentración y la liberalización del negocio en este país desde los años 70 convierte a las farmacias en auténticos “drugstores” al estilo estadounidense, donde casi todo es posible, desde sacar dinero de un cajero automático hasta comprar una bolsa de papas fritas.


Farmacias Ahumada, con unos 360 establecimientos en 2007; Salcobrand, con unas 300 farmacias, y Cruz Verde, con más de 500 locales, aglutinan cerca del 95 por ciento del mercado nacional, que deja poco espacio para negocios independientes y pequeñas cadenas.


“Usa esta tarjeta de compra y ganarás un año de farmacia gratis”, rezan algunos anuncios que adornan los cristales de las decenas de estos establecimientos que ocupan el centro de Santiago, donde casi en cada esquina se alza una farmacia.


Las promociones de medicamentos y la proliferación de estos locales en lugares de tránsito sin tener en cuenta ni criterios poblacionales ni sanitarios son los aspectos que más preocupan a Elmer Torres, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Chile.


La asociación gremial se opone a los descuentos en los medicamentos por cuanto estos son “un bien esencial y no un producto más de consumo”, según Torres, quien considera que atraer al público con promociones de “lleve dos y pague uno” fomenta la automedicación.


El Colegio exige además una nueva Ley del Medicamento, que obligue a que los remedios se vendan exclusivamente en farmacias, no en mercados ni en pequeñas tiendas, como ocurre ahora, y con la presencia de un profesional sanitario, algo que según denuncian no siempre se cumple.


Esos descuentos derivaron en los últimos años en una “guerra de precios” entre las grandes cadenas, aunque el presidente de la Asociación de Dueños de Farmacias Independientes, Raúl Álvarez, cree que el ruido de la batalla esconde en realidad un silencioso pacto por encarecer los fármacos.


Guerra o pacto, un estudio del Servicio Nacional del Consumidor realizado en junio estableció que la diferencia de precio por un mismo medicamento en distintas farmacias puede alcanzar un 122 por ciento, y detectó además “importantes diferencias entre lo informado por el farmacéutico y el precio cobrado en caja hasta dos horas más tarde”.



“Somos conscientes de que hay una suerte de monopolio que atenta contra la libertad de elección”, dijo a Efe Helia Molina, jefa de la División de Políticas Públicas del Ministerio de Salud, quien aseguró que “los precios de los fármacos aumentan más que el índice general de precios al consumo”.



Molina reconoce que las competencias del Ministerio de Salud se limitan a garantizar la calidad y el acceso a los medicamentos, y lamenta que no esté autorizado ni a controlar su precio ni a regular la apertura de farmacias, respaldadas por la Ley de Libertad de Comercio.



En este caso, para Molina el problema no reside en la multitud de farmacias que inunda el centro de las ciudades, sino en el vacío que existe en las zonas más pobres, donde el Ministerio admite la apertura de almacenes farmacéuticos como remedio de urgencia para abastecer a sus habitantes de medicamentos básicos.



“Las farmacias deberían estar ubicadas de acuerdo con el número de habitantes”, insiste el presidente del Colegio de Farmacéuticos, quien subraya que los farmacéuticos ya no son los propietarios de estos locales, absorbidos desde hace años por las tres grandes cadenas.



En los años 60, la llamada Ley del Circuito fijaba una distancia mínima de cuatrocientos metros entre cada farmacia y unos horarios de apertura y de guardia, regulaciones que se terminaron con el golpe de mano hacia el libre mercado que promovió la dictadura militar (1973-1990).



Según Torres, la concentración fue el resultado de esta política de liberalización unida a la decisión de la industria farmacéutica de “aligerar su estructura de distribución, debilitar a los intermediarios, que terminaron por desaparecer, y fomentar la venta directa a las cadenas”.



Ahora, estas cadenas controlan el negocio farmacéutico en el país, donde los ciudadanos acuden a los centenares de locales en busca de remedios ante males mayores que les obliguen a asumir los altos costos de aplacar una enfermedad en un sistema de salud altamente privatizado.



Fuente: SDP México.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado editor
Aunque reconozco que quedó mucho mas linda la página principal, no hay ningun punto que diga" Haga aqui sus comentarios".Quedo 0 interactiva, por lo que la encuentro fome.
Considero que una página que se precie , debe recibir lo bueno y lo malo y "tener cojones" como dicen los españoles.

Marcela Herrera Cavieses dijo...

¿y como andamos por casa?, ellos no tienen farmaceuticos en sus farmacias, personalmente creo que el sistema, a pesar de toooodddooo es mejor acá en chile que en mexico