Investigación de "El Mercurio"
Sondeo de "El Mercurio" confirmó la crítica de los usuarios sobre los costos en la hospitalización en clínicas privadas. Eso sí, el fenómeno no ocurre en todos los establecimientos privados, pues algunos hacen economías de escala.Sernac llama a las clínicas a informar a los pacientes sobre los precios antes de facturar. Ellas aseguran que lo hacen, y explican que sus valores son altos porque deben mantener un amplio stock de fármacos, y almacenarlos con pérdidas.
Bernardita Aguirre Pascal
"Cuando vi la cuenta, casi me fui de espalda. En Consalud me habían hecho un presupuesto, y el copago en medicamentos y materiales quirúrgicos era de $60 mil, y me estaban cobrando más de $200 mil. Revisé la cuenta, y salían un montón de cosas que no entendía, pero estaba un jarabe Kitadol a $20.159, y en la farmacia estaba a $8 mil; además, un repuesto de máquina de afeitar a $6 mil, y ésas están a $300", cuenta Mario Ferrada.
En julio operó a su hijo Emerson de dos quistes, que le sacaron en una operación ambulatoria en la Clínica La Portada de Antofagasta. Le reclamó a la enfermera jefa con el precio de los medicamentos que pudo identificar en la mano, y le rebajaron $10 mil, de los $208 mil que le cobraron.
En la clínica le explicaron que el paracetamol no estaba en su arsenal médico, así que tuvieron que desplazarse para comprarlo, y gastaron $6 mil en el taxi, y además marginan 30% en medicamentos.
El caso de Mario no es aislado. En todo 2007, el Servicio Nacional del Consumidor recibió 300 reclamos en contra de clínicas, y más del 10% fueron por problemas de precios superiores al exhibido o cobros indebidos.
"El Mercurio" hizo su propio sondeo en cinco clínicas de la capital, y descubrió que hay algunos establecimientos de salud que cobran a sus pacientes hasta el doble de lo que cuesta el mismo medicamento en una farmacia.
El tema no es menor, ya que los medicamentos agrupados en el ítem farmacia pueden llegar a ser el 30% de la cuenta total de una intervención.
Por ejemplo, mientras al interior de la Clínica Dávila de Santiago a un paciente en mayo le cobraron $56.199 por el Maxipime de 2 gramos -antibiótico inyectable para tratar infecciones-, en una farmacia de la capital lo encontramos a $35.805; o sea, 57% menos.
Al buscar remedios más comunes, afuera se pagarían $3.870 por las gotitas de Winasorb, paracetamol. En la Clínica Las Condes, en enero, a un paciente internado le cobraron $6.863 por unas idénticas. Los apósitos Mimi en la farmacia cuestan $80 cada uno, y en una cuenta de junio de la Clínica Las Nieves cobraron $105.
Obligados
"Pregunté si podía tomar mi propio profenid, que ya lo había comprado, y me dijeron que no, que eso incluso estaba en el contrato que había firmado al entrar", cuenta una paciente que tuvo a su guagua en la Clínica Alemana, en junio.
En estos establecimientos de salud, la posibilidad de traer los propios remedios es nula. "Por razones de seguridad del paciente, ninguna persona en ninguna clínica puede llevar sus propios medicamentos. Lo anterior se explica por los riesgos que implicaría para la salud del paciente la no correcta certificación del remedio. Nosotros velamos por la entrega de medicamentos de calidad a nuestros pacientes, y en este sentido, esta prohibición forma parte del reglamento de hospitalización", explica el gerente comercial de la Clínica Dávila, Jorge Silva.
Aproximadamente un mes después de que dan de alta al paciente, la cuenta llega, y muchas veces la sorpresa es grande. El problema está en la poca libertad que tiene el paciente a la hora de informarse del valor de los medicamentos y elegir.
Privadas lo justifican
"No tenemos la capacidad de negociación de las grandes cadenas y sus ofertas puntuales o esporádicas. Las farmacias pueden comprar al por mayor y los centros hospitalarios deben costear los medicamentos uno a uno", explica la jefa de farmacia de la Clínica Las Condes, Viviana Salazar, quien agrega que el costo de tener todos los medicamentos a disposición de los pacientes y almacenarlos genera pérdidas.
Sin embargo, no hay que olvidar que comparamos los precios a público y que sobre éstos las farmacias tienen márgenes.
En la Clínica Dávila entregan los medicamentos a sus pacientes de manera unitaria, incurriendo en gastos y pérdidas. "Contamos con listados impresos de precios de todos los medicamentos, los que se encuentran disponibles para los pacientes", dicen en la Dávila, donde también los informan en presupuestos.
En la Clínica Las Nieves aclaran que ellos en su presupuesto consignan el día cama, derecho a pabellón, examenes y medicamentos e insumos; aunque no incluyen precios en la web ni folletos.
El Sernac explica que los pacientes tienen derecho a una información veraz y oportuna, y los proveedores tienen el deber de indicar el precio de un modo visible para que el consumidor pueda ejercer su derecho a elegir libremente.
"En la práctica, el paciente tiene derecho a que se le informe acerca de los medicamentos o insumos que se usarán en la intervención. Y si hay posibilidad de usar productos adicionales, esto debe quedar claramente establecido en el contrato", dice el subdirector del Sernac, Sergio Corvalán.
Lo que sí está claro es que es responsabilidad del paciente pedir los precios, y el proveedor debe entregar los valores y explicárselos claramente. Pero el caso de Mario Ferrada en Antofagasta demuestra que el presupuesto no es más que una cotización, y que finalmente los cobros pueden ser superiores.
En los, 90 Fiscalía Nacional Económica sancionó
En 1992 una clínica de Santiago fue denunciada ante la Fiscalía Nacional Económica porque cobraba precios hasta 300% superiores a los de farmacias.
El paciente que lo hizo llegó a la clínica por una urgencia y una vez dentro se vio obligado a pagar todos los medicamentos que ella le proporcionó por lo que ésta adquirió una posición dominante respecto de los fármacos usados.
En la oportunidad el establecimiento de salud reconoció que sus presupuestos no incluían el valor de los medicamentos ni materiales clínicos, pero dijo que existía una lista de precios a disposición de los pacientes.
Sin embargo la fiscalía reconoció el abuso de la clínica y dictaminó que ésta debía dar la posibilidad al usuario de restituir los medicamentos en especies, pero el dictamen quedó sin efecto por impracticable. Y se terminó sólo previniendo a la clínica que debía entregar la mayor información.
Los economistas de la Universidad Católica, Ricardo Paredes y Jorge Tarziján estudiaron el caso y propusieron solucionarlo separando el negocio hospitalario de la administración de farmacia para introducir competencia a un nicho que, por costos de información, puede dejar en una situación de gran vulnerabilidad a los consumidores.
La cuenta muestra que de catorce medicamentos dados a un paciente hospitalizado en mayo recién pasado, diez son más caros en el establecimiento de salud y cuatro son más económicos que en las farmacias. Los precios en las privadas llegan a ser hasta un 108% más altos.
Las jeringas resultaron más económicas en esta clínica que en la farmacia, mientras que otros productos como parches oculares, artrén y Clorhexidina son 30% más caros. Un remedio tan común como el paracetamol Winasorb cuesta en el establecimiento de salud 77% más que en la farmacia.
En esta clínica la mayoría de los productos tienen precios de mercado. De quince productos valorados, sólo 3 cuestan en la clínica más que en la farmacia: el laxante Lactulosa es 98% más caro, el antialérgico Clorprimeton 16% más caro y los pañales Huggies de recién nacido cuestan 45% más.
En esta institución de salud de 8 productos cobrados a una paciente que tuvo un parto en la clínica, 5 son más caros que en farmacias. El anestésico Midazolam Dormonid cuesta un 83% más, los apósitos cuestan 32% más y el suero 35% más. Pero el profenid vale un 80% menos por cada pastilla.
En esta clínica de Antofagasta el paracetamol y el cataflam se cobraron a más del doble que en farmacias. La clínica argumentó que el medicamento no estaba dentro de su arsenal de medicamentos y que tuvieron que desplazarse para comprarlo, el taxi costó $6.000 y se quedan con el 30% de margen.
Fuente: El Mercurio.